domingo, 21 de octubre de 2012

GALLINA CON CHOLIZO


Nota: Los no chinoparlantes interesados en obtener una traducción del siguiente artículo al castellano, pueden solicitarla gratuitamente al correo guadalajara33@gmail.com).

Patxi Galmendia. Foto Chema Conesa
Nuestla flamante Medalla de Honol del Colegio de Ingenielos de Montes ha sido detenido.
Sí, señoles. Detenido en lelación con la tlama china de blanqueo de dinelo. O al menos, eso decían las infolmaciones peliodísticas que leí el Vielnes pol la noche. Como ven ustedes esclibo en chino polque así Galmendia me entendelá bastante mejol que si esclibo en castellano, y me asegulalé que mi mensaje llega a su despielto celeblo:




(Nota: Pongo a paltil de ahola Garmendia en lugal de Galmendia, aunque los chinos no me entiendan, pala que el buscador de Intelnet pueda localizal el altículo, porque con “Galmendia” negalíamos la información a la gente intelesada en sabel la veldad de este asunto).

Al palecel el amigo hacía tlansfelencias desde Algentina y emitía factulas falsas a cambio de dinelete. No en vano, se compló un fincolo (fincorro en español, que en chino se entiende bastante mal) en tielas algentinas de valias decenas de miles de Ha. hace unos años (¡Bah!. Casi ná, un telenico pal chalé).

Ibelical Cholizo
Detenido pol cholizo. Bueno, plesunto cholizo como dicen ahola, que si no uno se mete en un lío (tan galantista es la ley hasta con los asesinos de niños). Le han pedido una fianza de 25.000 eulos, la ha pagado y se ha lalgado pol la puelta a zampalse una buena cena. Y aunque le hubielan pedido 25 millones lo hablía hecho, polque los tiene. A costa del campo español, de nuestla agónica peldiz loja (y, ahola, plesuntamente del choliceo), los tiene.

En lealidad, no impolta demasiado el matiz de si es plesunto o si es culpable: si el plesunto cholizo Sl. Garmendia finalmente no es un cholizo, sigue siendo vendegallinos confeso y si es cholizo, se confilmalía que no puede uno pasal de dolmil en el coche pala que no le loben en la glanja a codealse con la lealeza y complalse media Algentina sólo con un tlabajo honlado y buenas ideas. Cuando se llevó en el 99 el aliendo (arriendo en castellano) de La Encomienda de Mudela (conculso lleno de polémica) ya olía todo peol que los piensos que embucha a sus pobles gallinos.

Pol eso, da igual el matiz. Malas son ambas cosas, una de ellas confilmada (gallinelo sin esclúpulos) y la otla pol confilmal (cholizo) pelo con indicios judiciales tan fundamentados como pala considelarle (lo he puesto en chino-castellano porque si no, no se entiende) imputado y habel establecido una fianza.

Y digo lleno de polémica lo de Santa Cluz de Mudela, polque la hubo. Polque el contlato estaba legido bajo la modalidad de “Plocedimiento negociado sin publicidad”. Culiosa modalidad pala legil las lelaciones entle un amigo y otlo con dinelo público de pol medio (no digo que sea ilegal, sino más bien molalmente leplochable dadas las cilcunstancias tanto del adjudicatalio como del usualio de la finca). Pala los culiosos, según el Altículo 141 del Texto Lefundido de la Ley 13/1995 de Contlatos de las Administlaciones Públicas vigente en el año de licitación  -lo pongo en castellano pol lespeto a la Ley-:
La Encomienda de Mudela, donde Flanco y sus amigos cazaron 4.601 peldices (de las buenas) en un día, y donde ahola Su Majestad y sus amigos fusilan de 5.000 a 10.000 gallinos al año. Pélez Castells y otlos Ingenielos de Montes saben mucho de este vil trueque.
Podrá utilizarse el procedimiento negociado sin publicidad previa cuando concurra alguna de las circunstancias siguientes, que habrán de justificarse en el expediente:
·  a) Cuando el contrato no llegara a adjudicarse en un procedimiento abierto o restringido por falta de licitadores o porque los presentados no hayan sido admitidos a licitación, siempre que no se modifiquen sustancialmente las condiciones originales del contrato. En este supuesto, cuando la cuantía del contrato sea igual o superior al límite señalado en el primer párrafo del artículo 135.1, se remitirá un informe a la Comisión de las Comunidades Europeas a petición de esta.
·  b) Cuando a causa de su especificidad técnica, artística o por motivos relacionados con la protección de derechos de exclusiva, la ejecución de las obras sólo pueda encomendarse a un determinado empresario.
·  c) Cuando una imperiosa urgencia, resultante de acontecimientos imprevisibles para el órgano de contratación y no imputables al mismo, demande una pronta ejecución que no pueda lograrse por el procedimiento de urgencia regulado en el artículo 71 o por aplicación de los plazos de publicidad en el «Diario Oficial de las Comunidades Europeas» previstos para los casos de urgencia.
·  d) Cuando se trate de obras complementarias que no figuren en el proyecto ni en el contrato, pero que resulte necesario ejecutar como consecuencia de circunstancias imprevistas y su ejecución se confíe al contratista de la obra principal, de acuerdo con los precios que rigen para el contrato primitivo o que, en su caso, fuesen fijados contradictoriamente.
Para la aplicación de lo establecido en el párrafo anterior, deberán concurrir los siguientes requisitos respecto del contrato principal:
o   1. Que las obras no puedan separarse técnica o económicamente del contrato primitivo sin causar inconvenientes mayores a la Administración o que, aunque se puedan separar de la ejecución de dicho contrato, sean estrictamente necesarias para su ejecución.
o   2. Que las obras complementarias a ejecutar definidas en el correspondiente proyecto estén formadas, al menos, en un 50 por 100 del presupuesto, por unidades de obra del contrato principal.
o   3. Que el importe acumulado de las obras complementarias no supere el 20 por 100 del precio primitivo del contrato.
Las demás obras complementarias que no reúnan los requisitos exigidos en los párrafos precedentes habrán de ser objeto de contratación independiente.
·  e) Cuando se trate de la repetición de obras similares a otras adjudicadas por procedimiento abierto o restringido, siempre que las primeras sean conformes al proyecto base y se hayan incluido en el anuncio del citado procedimiento abierto o restringido y computado su importe para fijar la cuantía total del contrato.
Únicamente se podrá recurrir a este procedimiento durante un período de tres años, a partir de la formalización del contrato inicial.
·  f) Los declarados secretos o reservados o cuando su ejecución deba ir acompañada de medidas de seguridad especiales conforme a la legislación vigente o cuando lo exija la protección de los intereses esenciales de la seguridad del Estado. En este último supuesto, en la Administración General del Estado, sus Organismos autónomos, Entidades gestoras y Servicios comunes de la Seguridad Social y demás Entidades públicas estatales se requerirá declaración expresa de que concurre tal requisito, correspondiendo realizarla al titular del Departamento ministerial respectivo, sin que a estos efectos dicha competencia pueda ser delegada.
·  g) Los de presupuesto inferior a 10.000.000 de pesetas.


Teniendo en cuenta que los puntos “a)” “d)” y “g)” no son aplicables a este contlato (siiii, sigo en chino), sulgen muchas dudas soble la aplicación del punto b) en su palte señalada en lojo. Polque no quielo pensal que justificalan en su momento el plocedimiento pol motivos de impeliosa ulgencia (punto “c”) cuando los contlatos de alendamiento cinegético se sabe con anteliolidad de años cuando vencen. El punto “e)” puede sel un buen coladelo legal pala Garmendia en Mudela, pelo lo desconocemos.

Pelo siendo los agentes implicados quienes son, me inclino a pensal que justificalon en su día en el expediente tal plocedimiento secletísimo acogiéndose al punto “f)”.


Ahí lo dejo pol si cleen los lectoles que el Sl. Garmendia tuvo o no tlato de favol con el olganismo autónomo Palques Nacionales.

Según están las cosas en este país (donde se indulta a cieltos amigos de cieltas pelsonas) no debemos deposital demasiada confianza en que el sistema judicial que tenemos aplique todo el peso de la Ley a un cholizo (caso de que lo sea), máxime cuando ese plesunto cholizo tiene el liñón bien folado y se codea con quien se codea. Pelo tengo que leconocel que el Vielnes pol la noche casi se me tloncha la quijada de la lisa que me dio, y me eché al coleto un buen tlago de vino pala celeblarlo –en castellano- (vino que no fue, desde luego, de sus viñas abonadas con cagajones de bueyes híblidos japoneses).

Al Colegio de Ingenielos de Montes le clecen los enanos: quince días después de decilnos que este señol ela un dechado de viltudes, van y le detienen. Ya dije que ela mancillal la medalla, y pala quienes no se lo cleyelon ahí está la plueba. Bien melecido se lo tienen pol encumblal melcachifles del tles al cualto en puestos que debelían ocupal honlosos ingenielos y defensoles del monte. Aunque el glemio que tan bien han defendido otlos no se lo melezca, desde luego. Un solemne caltuchazo de sal en todo el tlaselo es lo que se melece la actual Junta Dilectiva pol su selvilismo tlasnochado y patán, que ha llevado la imagen del Colegio (y, pol extensión, la de todo el glemio) a los niveles más abyectos de su histolia.

Desde aquí les exijo vehementemente que letilen la Medalla de Honol a Patxi Garmendia. Más vale leconocel un elol a tiempo que tenel esa mancha en el histolial de la plofesión. Si en los paltidos políticos (máximo exponente de la coluptela) dimiten (o les hacen dimitil) cuando hay imputaciones pol delitos, en este caso la equivalencia exige (pues este siemblagallinos está imputado judicialmente) que se le letile la medalla de honol, puesto que ningún honol puede tenel una pelsona que está imputada pol un delito de blanqueo de capitales. Si después se lesuelve judicialmente que es inocente (cosa que dudo seliamente), ya tendlán tiempo de lestablecel la velgonzosa entlega si quielen seguil en su elol. Pol otla palte, si quielen seguil teniendo en Intelnet en la misma lista de plemiados a Don Carlos –en castellano por no poner Callos-  de Bolbón Dos Sicilias y a un imputado pol blanqueo de capitales que en todos los titulales de peliódico se enlaza con S. M. el Ley, allá ellos.

Pone el amigo Patxi en su web: “Leza un plovelbio chino: “EL ÁLBOL MÁS ALTO Y FLONDOSO VIVE DE LO QUE TIENE DEBAJO”. Ahí lo dejo polque yo cleo que al amigo de las gallinas le tlaicionó el subconsciente cuando puso esto. Pol lo de chino y pol lo de “álbol alto y flondoso”. Ya sabemos en quien estaba pensando, jo, jo, jo. Me callo, que si no me meto en líos.

Dice también nuestlo amigo en su página web: “…sin olvidal que en el amol a la tiela –intelpletado como un debel saglado con el campo- es donde gelmina nuestla esencia, la ética emplesalial del Glupo Altube Garmendia…”. Ética emplesalial y amol a la tiela. Ahola vemos que los cimientos del Glupo Altube se foljan soble dos inmensas mentilas: ética emplesalial que no duda (supuestamente) en utilizal el dinelo obtenido pol otlos de la explotación de las pelsonas, de las dlogas y del blanqueo de capitales, y amol a la tiela que no duda en hiblidal peldices y bueyes, esquilmal los campos de especies silvestles y hacel dependientes a los cazadoles españoles de la caja de caltón. Lesumiendo, el Glupo Altube se cimenta (supuestamente en una de ellas) soble dos inmensas montañas de mielda. Tan inmensa montaña de mielda como quien…bueno, me callo de nuevo polque no me quielo metel en líos.

Sólo espelo que si se cumple la Ley y se demuestla que la led china le entlegaba en España el dinelo en efectivo a cambio de factulas falsas y después, Garmendia tlansfelía dilectamente a China esas cantidades desde sus cuentas en Algentina, le caiga la pena que imponen los altículos 301, 302 y 303 del Código Penal, es decil, en el mejol de los casos (dependiendo de cómo se substancie la acusación y de si el fiscal y el juez ejelcen como tales sin bajalse los pantalones) plisión y multa acompañadas de inhabilitación pala el ejelcicio de su plofesión pol un mínimo de 1 a 3 años, en los que espelo que, glacias a esta clisis y a su inhabilitación, su ploducción de gallinos se lesienta glavemente.

Lao Ping...¿amigo de Garmendia?
Ahola sólo nos falta que la otla palte del pastel se ponga a ponelse medallas. Me apuesto mi palalela del 16 a que en unos días sale algún comunicado de la RFEC (por no poner en chino LFEC) diciendo que ya lo apuntalon en su altículo del 12 de Mayo de este año (http://www.fecaza.com/hemeroteca/49-noticias-generales/216-12-05-15-en-respuesta-a-patxi-garmendia). Altículo que no ela más que una luptula tempolal de lelaciones, como la que pudielon hacel Al Capone y Flank Gallucio hasta que al día siguiente se leconcilialon, todavía Capone con la cicatliz de su triple navajazo en la cala. Una simple disclepancia entle mafiosos pol un “quítame allá esas pajaso, llamémosle, quizás, encaje final del estudio genético de la peldiz loja (¿a medida de los gallinos híblidos de Garmendia, me atlevo a pleguntal?).

Y al igual que los gallinófilos de la RFEC, estos días he lecibido palablas de apoyo (¿a que no habéis leído ni una sola en este Blog  -salvando la de mi amigo Cazadol Lible-?). Palablas de apoyo de mucha gente que me pedía pol favol que no publicala su nomble ni su mensaje. Incluso alguno ha habido que ha tenido mando en plaza y que, en su día, pudo alzal la voz ante el atlopello de los gallinos y se calló polque le convenía. Gente con capacidad de decisión en el futulo de la peldiz loja silvestle y que milalon pala otlo lado, dejándola a su suelte, bajo los pies del flondoso álbol chino de Garmendia. A todos ellos les digo que a buenas holas mangasveldes. Que pol mí les pueden il dando pol donde amalgan los pepinos polque, como dijo Edmund Bulke (flase que engalana el latelal de mi lenqueante Blog) “Pala que tliunfe el mal, sólo es necesalio que los buenos no hagan nada”. Y ellos (los que mandaban, callalon y ahola me felicitan, y los que ahola me felicitan y piden que no publique su nomble) ni hicielon ni hacen nada.

Así que todos esos salvapatlias que quielen ponelse ahola la medalla de defensoles de la peldiz, les digo que conmigo no cuela, que quien es cobalde, lo es pala siemple, y quien ha pisado su conciencia alguna vez, ya tiende a hacerlo (en castellano) siemple.

Aún hay algún mamalacho pol ahí lelacionado con la gestión cinegética de alguna plovincia (pol decil algo lo de “lleval la gestión cinegética”, cuando han apuntillado la caza social en los telenos autonómicos en favol de emplesas semipúblicas, pol ejemplo), que dice que el final de la peldiz loja ela inevitable y que glacias a los gallinos se puede plolongal el buen estado de las poblaciones. Espelo que lo diga pol la solemne ignolancia cinegética que algunos compañelos de plofesión siemple tuvielon (bastaba vel cómo pisaban el monte, nunca se alañalon con una calasca y siguielon sin pletendel alañalse nunca) y no pol estal acostumblado a hacel el egipcio poniendo la manita pala cogel el dinelo que les dan de extlanjis o acudil de invitados a cazatas, jolgolios y comilonas. Espelo que sea lo plimelo polque, como dijo Anthony Quinn en “Lawlence de Alabia” mientlas peldonaba la vida a un cobalde: “Da glacias a Dios polque cuando te hizo tonto, te dio cala de tonto”.

De los únicos que me aleglo y que estimo su conglatulación sincela son mis amigos de la Asociación APEGA de peldiguelos de Gata de Golgos (los de “Peldices de Goma No, Glacias”) y, como siemple, José Antonio Maltínez y familia, que siguen al pie del cañón y que, a buen segulo, hablán leído a mandíbula batiente con la buena noticia de la detención (y espelemos que futula imputación y condena) de este pajalaco del Garmendia.

Un ablazo a la buena gente, y un solemne caltuchazo de sal en las almolanas a todos los mueldealmohadas y glanujas que están metidos hasta el cuezo en este mundo de la caza.

Oye, pues no me ha lesultado tan difícil aplendel chino, ¿eh?.

Alfredo Elvira Serrano.
Ingeniero de Montes y Cazador de a pie.

lunes, 8 de octubre de 2012


EL DESCARRILAMIENTO DEFINITIVO DEL GREMIO DE MONTES.

Creí que lo había visto casi todo hasta que me desayuné el día 4 de Octubre (día de nuestro Patrón) con esta noticia: El Colegio de Ingenieros de Montes le otorga la Medalla de Honor (por su supuesta Gestión Forestal en Montes Privados) a Patxi Garmendia, ese infausto personaje que ha inundado los campos españoles con cuatro millones y medio de gallinos anuales, igual que si fueran el buche de una oca.


Independientemente de que la gestión del Colegio haya sido errática, ineficiente y a veces inexistente (coincidiendo con la fatídica “Gestión por Abstención” que se está llevando en muchos montes españoles), el hecho de tomar iniciativas de este tipo es algo más que preocupante.

Pues si hay alguien en el panorama cinegético español que haya contribuido con mayor afición y denuedo al fin de la patirroja española, de nuestra querida perdiz roja, ése ha sido Patxi Garmendia.

Una persona que ha ayudado a que nuestra perdiz haya desaparecido definitivamente de muchos cotos señeros antaño y haya sido sustituida por una impostora de granja que, ni de lejos, puede dar el pego a los cazadores que hemos cazado auténticas perdices autóctonas.

Un gallino del que se derivan multitud de problemas ecológicos (aumento de la predación, transmisión de enfermedades, contaminaciones genéticas, etc.) no sólo para la perdiz autóctona sino también para el resto de la fauna.

Lo incomprensible (a ojos del profano) es que el principal órgano colegial de los Ingenieros de Montes de España, lejos de condenar la actitud de este mercantilista y de luchar a brazo partido por recuperar el patrimonio cinegético español, encima condecore a semejante pajarraco (http://lema.rae.es/drae/?val=pajarraco).

Claro, que si analizamos la contribución que muchos ingenieros de montes han tenido para la expansión de esta nueva especie de gallino de goma, entonces empezaremos a comprender el conchabe y el amancebamiento entre mercantilismo y el mundo de la ingeniería de montes. Algunos hay de reputado nombre que se han cargado Santa Cruz de Mudela o El Bonillo y otros cotos otrora señeros, en favor de la ocupación del usurpador gallino de granja, me imagino que con no pocas prebendas.

Ésta es la guinda, pues, que hacía falta para comprobar tan infausto fornicio entre los que deberían defender el monte y no lo defienden, y el que es condecorado por la gestión forestal en montes privados, insultando así a tanto buen Ingeniero de Montes con mayúsculas que ha dejado su vida en la gestión forestal auténtica.
No entro ya a comentar informaciones periodísticas que ahondan todavía más en este cáncer porque no dispongo de datos para contrastar la información ni pretendo acabar con una úlcera de estómago. Que cada cual se forme su propia opinión de ésta y de otras referencias de Internet:


Desde el Colegio de Ingenieros de Montes nos están insultando. Están insultando desde a Heinrich Cotta y D. Bernardo de La Torre y Rojas hasta a mi propio padre (valga la comparación, cada uno en su campo), pasando por Máximo Laguna, Sainz de Baranda, Castellarnau, Codorniu, Mackay, y los muchos cientos de ingenieros que desarrollan su labor profesional y calladamente en beneficio de los montes privados y públicos españoles.

Compararlos siquiera con un mercader de gallinos, y que esa comparación salga de la propia sede del Colegio de Ingenieros de Montes en tamaña felonía, me reafirma en la correcta decisión que tomé este año de borrarme del Colegio y de no contribuir con mi peculio a este tipo de fastos vergonzosos.

Hace tiempo que el Colegio ha perdido el rumbo, porque tristemente hace tiempo que nos dejamos comer el pastel, que nos dejamos robar la merienda delante de la indiferencia generalizada de este gremio, dirigido por gente que, como comprobamos ahora, es poco conveniente.

Gracias a Dios todos los que he citado antes están muertos y no pueden asistir aquí a este bochornoso reparto de despojos, aunque sin duda dibujarán una mueca sarcástica desde sus montes celestiales cuando el mayor mercader de gallinos reciba una condecoración señera que, a día de hoy, ha sido eternamente mancillada.

Nuestro Patrón, San Francisco de Asís, quién sabe si llorará desde su trono en el Cielo por su Hermana Perdiz, y quién sabe si no habrá sentido el lacerante dolor de un nuevo estigma al ver campar a su libre albedrío a la impostora gallina de goma por los eriales, montes y siembras de nuestra querida Piel de Toro.

Alfredo Elvira Serrano.

Ingeniero de Montes (a mucha honra).

miércoles, 30 de marzo de 2011

Al señor Alfonso Treviño

Al calumniador y mentiroso Alfonso Treviño: ahora le puedo meter caña a usted sin necesidad de que nadie me censure. De todas maneras, seré bastante más educado de lo que ha sido usted.

Me permito perder el tiempo respondiendo a sus desacertadas opiniones gratuitas sobre mi persona vertidas con mala fe en el foro de la ACE y emborronando este blog (que versa sobre otras cuestiones más edificantes).

Tampoco va a ser mucho, porque sus palabras se califican enseguida:

En primer lugar he de decirle que a ninguna montería a la que he asistido lo he hecho mediante invitación, pagando todas y cada una de las cantidades que me correspondían como pueden atestiguar quienes me conocen (y no precisamente usted, al que Dios me libre de verle la jeta). Lo digo porque con su habitual mala baba rabiosa ha dicho usted lo contrario para desacreditarme.

En segundo lugar, y en referencia a uno de los artículos primeros que publiqué hace ya muchos años (y no en el foro de la ACE como usted dice falsamente, sino en la página de Club de Caza), éste ya tenía impreso en su título lo que en él se desarrollaba: “La aproximación en el rececho versus el tiro”, se expresaba la siguiente duda (textualmente):
Mi reflexión es la siguiente: si el tiro, que es decisivo en el rececho, lo realicé tan lejos, no pudiéndome acercar más al corzo por las causas arriba expuestas... ¿No será que el corzo ya me había ganado la partida? ¿No será que todo —la hojarasca en el suelo, el viento, lo avanzado de la luz, etc.— estaba ahí para que yo lo superase y me acercara más al animal, dejándole cumplir mejor su suerte? ¿Me “ganó” el corzo, a pesar de todo? ¿Debería haberme abstenido de matar ese animal a esa distancia?. Y, lo que es peor ¿No habré —y habremos, los cazadores en general— abusado de la técnica, en detrimento de nuestra labor de cazadores?. Todo esto con los condicionantes de ser una caza selectiva, de los sinsabores que hube de pasar antes, durante y después del rececho, y de la penitencia que tuve que pagar para el acarreo de la res, eximentes todos ellos muy loables pero, que me planteo desde esta tribuna si compensarán, a los ojos de San Huberto y de mi propio abuelo, la resolución de ese rececho con un tiro tan largo.


Os ruego me respondáis con vuestras opiniones o experiencias particulares.
Lo digo porque tal y como usted lo pone parece que yo estuviera orgulloso de un hecho puntual que no he vuelto a repetir y al que usted recurre con asiduidad, cuando lo primero que se plantea fue mi duda acerca de la legitimidad del hecho. Sin embargo, en los comentarios posteriores (que también guardo), se puede observar que mucha gente de la que ahora calla (asidua del foro de la ACE e incluso miembro de su junta Directiva), con nombres y apellidos, quitaba polvo al asunto y me decían que no me preocupara, que esos tiros eran más que usuales en la caza del corzo. Si quiere los cito también aquí.

De modo que no mienta usted tanto, que se le va a poner la nariz tan larga que no le va a dar para apuntar por su flamante visor a los bichos que desjarreta a 300 metros.

Un saludo, y siempre dispuesto a desmentir las babosas palabras que salen de su teclado:

Alfredo Elvira Serrano.

martes, 29 de marzo de 2011

Respuesta al foro de la ACE

Dado que han borrado un mensaje mío en el foro de la Asociación del Corzo Español (y después han ido borrando ellos mismos las barbaridades que lo originaron, cobardooones), respuesta a varios contertulios (uno de ellos, Álvaro Mazón, me llamaba loco, otro de ellos, Gerardo Pajares, me llamaba drogodependiente, y otro de ellos, Javier Sanz, maleducado y alguna otra perla desabrida), la publico aquí en mi blog, lugar de promisión y libertad. Con pocos lectores, pero a buen seguro dotados de más sentido del humor que estos sosetes de la ACE.

En fin, como decía, ahí va la respuesta censurada, y brindo mi blog para que cualquiera de vosotros (aludidos y no aludidos) pueda enfangarse un poquito más. Me aliviaría que ninguno entrara al trapo y así poder pasar página, que queréis que os diga.

Un saludo de Alfredo Elvira.

¿Ya habéis terminado?. Me toca.

En general: Entiendo perfectamente que se lance la gente y que algunos de vosotros me llaméis loco por haberos dado por aludidos al haberos calificado como hipócritas y envidiosos. No obstante, vuestros argumentos son tan raquíticos (incluso inexistentes) como penosos y por ello el debate, que es lo que me gusta, me aburre por inexistente. Ahora van las particularidades:


Santiago Segovia: Totalmente de acuerdo en todo lo que has dicho, al 100%. Sólo quería resaltar en mis mensajes la paradoja de las opiniones pasadas y las presentes de ciertos intervinientes, nada más. Los motivos y las consecuencias de la medida están meridianamente claros desde un principio y desde un principio no los comparto en absoluto, como creo ya haber dejado claro. Lo que ocurre es que esta medida (independientemente de sus motivaciones) no habría sido tan criticada en otras Comunidades simplemente porque en otras Comunidades habría producido otros efectos (digámoslo así, “más deseables”) para quienes manejan la caza del corzo.

Tú mismo me confirmas lo que apuntaba yo en mi segundo mensaje sobre las posibilidades que para muchos cazadores tienen estas zonas de expansión como válvula de escape a los precios elevadísimos que adquiere el corzo en las regiones tradicionales, y muchos avispados se quedan por cuatro perras lo que ciento cincuenta kilómetros más allá vale más del triple, simplemente porque la gente del lugar todavía está como en Guadalajara antes de crearse la Reserva del Sonsaz, con “las cabrillas” a las que nadie apreciaba. Y ese negociete puede acabarse porque la gente quiere seguir cazando guarros sin que las colleras se les larguen detrás de la primera corza que salga. Cada cual tiene sus motivaciones, y gana el que se lleva el gato al agua (por ahora, los locales).


El problema está en quiénes están en los Consejos de Caza, que son los que deciden, si éstos organismos decimonónicos son representativos de la voluntad mayoritaria y si la gente puede/quiere presionar para que echen atrás la medida (tengamos en cuenta que es año de elecciones). El equilibrio o desequilibrio entre estos tres factores dará al traste o potenciará la medida. Porque hemos llegado a un sistema legislativo de reinos de taifas en el que el bien común no es un objetivo sino algo que estorba, y bastantes pocas cosas de éstas se ven para las que se les ocurren a diario a quienes legislan, juzgan y ejecutan las leyes.

Oliver Prieto y Jaime Cortecero: No os signifiquéis, hombre, que ponerse de mi lado os puede relegar al ostracismo. De todas maneras os agradezco haber leído y haber entendido lo escrito.

Javier Sanz: Me alegra que hables de educación cuando a lo primero que te refieres es a mi sarta de idioteces. Te reconozco desde luego que mi tono es desagradable (no vengo al foro para hacer amigos ni para hacer enemigos, tampoco para mantenerme en ningún grupo, pero el tema me desagrada profundamente), y en cualquier caso nadie tiene obligación de leerme. Pero de ahí a hablar de mi educación hay algo más que un paso, (paso que has saltado decididamente), no siendo ni tú ni nadie que no me conozca quienes para hablar sobre mi educación. Máxime cuando exclusivamente llamo a cierta gente hipócrita y envidiosa. Nada tiene que ver eso con la educación, sino con una opinión personal, que justifico a lo largo del escrito (no vierto los calificativos sin más como haces tú), poniendo negro sobre blanco las palabras que esa misma gente escribió y contrastándolos con los de ahora. Puede no ser el mejor argumento, pero al menos es un argumento. Y no creo que en mis dos mensajes haya calificado las intervenciones de nadie como idioteces como tú sí te permites hacer, sino que simplemente he evaluado la contradicción de las posturas de ahora con las de antes. Ahí queda la diferencia entre tu intervención y la mía.
Por otra parte, si no eres de esos hipócritas o de esos envidiosos, no entiendo por qué te das por aludido. Y si lo eres, ahí tienes mi opinión acerca de ti.

Partiendo de ahí tampoco tengo ganas para entablar nada contigo, máxime cuando dices que alabo la medida del Gobierno de Aragón (¡¡¡¿?!!! No entendiste nada, comprendo perfectamente que no sepas interpretar la ironía inicial, pero cuando lo digo explícitamente me sorprende aún más).
Tampoco he dicho lo de que una mayoría pida esa medida. He insinuado precisamente lo contrario (claro, para quien sepa leer e interpretar las ironías). Repásate el párrafo donde hablo de la democracia de los Consejos de Caza y de lo de “un cazador, un voto”, anda, por favor. Y después te comes tu interpretación con unas patatas panadera.

Sobre lo de los fitosanitarios, algunos (eso sí, no se atreven a escribir para que no se les eche al lomo la jauría o les excluyan del grupete) me comunicaron en su día justo lo contrario de lo que expresas. Me alegro que también haya diferentes opiniones a la tuya en este aspecto, porque si no el mundo de la caza estaría definitivamente amancebado con las multinacionales de los fitosanitarios. Bueno, Senén Padre llegó incluso a escribir algo al respecto antes de que se le echaran también al lomo los de siempre.

No se trata de resquemor, sino de que cuando se saca el cientifismo a paseo a veces se lo maltrata un poco. Se moldean los datos, se maquillan otros, se ocultan los informes contrarios que no conviene citar...y al final un informe serio parece una muñeca que se ha dejado en el cuarto de las niñas, pintalabios en ristre. Convendría que de ciencia hablasen los científicos. Y que yo sepa aquí, en este foro, no hay ninguno (corrígeme si me equivoco).

Mazón: Creo que no nos conocemos para que te tomes las confianzas que te tomas conmigo. Sólo comí unas migas una vez en un local en el que estabas con la boca llena, y te vi las orejas en alguna feria de caza. No creo que todo eso te dé libertad para cachondearte, aunque entiendo que utilices un lenguaje un tanto “choni” (impropio de quien gasta tirantes) para ser algo más graciosón. En cualquier caso, te alabo el buen ojo y quiero que sepas que tu diagnóstico es certero y que coincide con el de mi psiquiatra (si lo llego a saber te lo habría consultado a ti y papá se habría ahorrado una pasta).

Muchísimas gracias por el consejo de viajar, jo, tío, eres guay. Como te veo tan animado me voy a sincerar contigo y te voy a confesar una cosa y a recomendar otra: la confesión es que estoy cerrando un viaje al Marco Polo en Tadzhikistán, pero tengo problemas con la dotación del botiquín del helicóptero medicalizado. Resulta que estos cabroncetes no quieren meter los ansiolíticos y opiáceos que sin duda necesitaré para moderar mis pulsaciones y rebajar mis alucinaciones esquizofrénicas antes de templar el tiro (convenientemente apoyado en el hombro de mi guía de cara quemada). Y además no me fío de que algún aborigen me meta una sonda uretral de mala manera en un risco y venga a España condecorado, no sé, no sé. En cualquier caso, agradecido y con las orejas abiertas para cuando quieras darme algún consejo (que sííííí, que te escuuuuuchoooo, hombre) aunque dudo que te rebajes a revolcarte en el barro con un marrano a navajazo limpio. La recomendación es que a ver si aprendemos a escribir nuestro propio nombre, con acento en la A, (joé, a veces me pareces de letras, Álvaro).

En cualquier caso, tranquilos. Seguro que el Gobierno de Aragón da marcha atrás al ver las muchas quejas que se están emitiendo. Las elecciones están cerca y a lo mejor los jabalineros y los cuatro intereses podridos del Consejo no pesan tanto. De todos modos, con la de argumentos que hay para ir en contra de esta medida, va APROCA y se centra en el furtivismo y en la ratio hembras/machos. Hace falta tener pocas ideas en la mollera para centrar tu reivindicación en esas dos consecuencias (que son las menores que la medida puede provocar porque, como diría el otro, “en no habiendo corzos”, no hay ni furtivismo ni ratios). Se ve, Gerardo, que el señor Villanueva no se ha dejado las gafas esas de pasta que gasta empollándose los estudios de expansión del corzo en Aragón. Anda, mándaselos y que se ilustre.

Un saludo a todos y hasta otra:

Alfredo Elvira Serrano.




























miércoles, 9 de marzo de 2011

EMILIO Y QUIQUE, DEL CLUB DE MONTEROS.

NO NOS ENGAÑEMOS. ¿SABEMOS A QUÉ VENIMOS?.

¿Qué es esto?

Escribo estas líneas a fin de dejar por escrito mis impresiones del fin de semana, que han sido muy gratas, como siempre que he cazado o quedado con Emilio y Quique, Quique y Emilio, de Club de Monteros.

Me vuelvo con el buen sabor de boca de las cosas pensadas con ilusión y gusto; con ganas de agradar.

Independientemente de lo que digan los demás, hay que comprobar las cosas por uno mismo y analizarlas para ver cómo son en realidad, porque si no, te las acabarás perdiendo si al final acaban siendo buenas. Si me tuvieran que decir cómo creo que va a salir esto, yo diría que este melón ha salido muy bueno, y que hay que guardar las pipas para siembra.

Porque la realidad es que cada día es más difícil que, en el ámbito de las transacciones comerciales (que es lo que van a acabar siendo las cacerías) el organizador, además de un producto vendible, añada de su propia cosecha un plus (muchas veces desbordando al propio producto) de humanidad, cordialidad y buen hacer.
Emilio y Quique saben hacer las cosas (por lo menos estas cosas). Saben organizar con gusto monterías, recechos y ganchos en terrenos abiertos, con los sinsabores y quebraderos de cabeza que este tipo de terrenos producen, máxime si tienes encima metido en el terreno al personal nativo.

Pienso que, precisamente por la necesidad de estar en contacto con la gente de los pueblos que albergan los acotados municipales, Quique y Emilio (actualmente más tiempo Emilio por su cambio de dedicación) tienen necesidad obligada de estar pegados al terreno y de pulsar las sensaciones.

Porque para que una sarta de tiros salga bien en un cercón, no hay que hacer casi nada (más que ser ganadero, y con ser de los malos, vale). Para que salga bien una montería en una finca cerrada, hay que saber gestionar y organizar. Pero para que salga bien en un término municipal de cualquiera de los pueblos de nuestra piel de toro, lo que hay que ser es catedrático de la gestión y diplomático de carrera para manejar a los aborígenes (dicho sin ánimo peyorativo -en la mayoría de los casos-, consultar diccionario RAE), y ambas cosas en proporciones iguales.
Hay que tener en cuenta que estamos añadiendo a las dificultades usuales de organización de una montería o gancho (que haya o acudan reses, que estén en condiciones de tranquilidad, con alimento, que no chanteen la mancha, que los puestos estén correctamente colocados, tanto por seguridad como por operatividad, que las rehalas funcionen, que la gente esté contenta, etc., ) que estamos añadiendo a las dificultades usuales, decía, multitud de factores que pueden alterar los resultados finales por mor de encontrarnos en el seno de un pueblo con sus roces, disputas, dimes y diretes, piques y por último, idiosincrasia local (porque tenemos en España una diversidad digna de una serie entera de capítulos de nuestro etnólogo Pancorbo).

Suman a sus espaldas mis dos amigos, a la carga usual del gestor y organizador de monterías, la del negociador y conocedor de gentes, cuestión ésta para la que no todo el mundo vale. Porque basta un mal comentario para dar al traste con el trabajo de varios años, que se ha de ver reflejado indefectiblemente y por tristeza en un buen tapete de reses. Y dicho resultado puede depender hasta de un malentendido, de un pique interno en el pueblo, o de cualquier otra milonga a la que mucha gente no le da importancia pero que, depende de cuándo y sobre todo de quien, puede ser vital para el desarrollo de los acontecimientos.

Se podrán preguntar por qué tantos sinsabores si quizás en otras condiciones se pueden obtener buenos resultados con menos desvelos. La respuesta está clara: porque lo que tenemos en algunas de nuestras sierras es todavía un terreno virgen, sin pistas ni cercados. Un terreno en el que los guarros hasta cambian de país para cortejar a las cochinas portuguesas[1] o de Comunidad Autónoma para parlarles dialectos locales en sus orejas cerdosas.
Unos jarales de estepa que tienen camales como un brazo de gordo y de tres metros de alto. Unos robledales con líquenes que parecen barbas, de puro que está el aire. Unos laderones que esconden desde el aullido triste del lobo hasta venaos de inaccesible lance. En suma, caza libre y salvaje. Una caza que no está enlatada ni servida, medida ni calculada. Una caza que, por impredecible, es precisamente eso, caza (recodemos lo que al respecto escribía nuestro insigne Ortega y Gasset).

Evidentemente el pago que se hace por aprehender lo salvaje es precisamente el riesgo añadido de no conseguirlo. Por puro impredecible. Por pura libertad de no estar las reses donde nosotros preveíamos que estarían.
Y por eso, valorando las cosas como se debe, nadie debería llamarse a engaño. Marran quienes acuden a este tipo de encuentros como a cualesquiera otros, guiándose sólo por unos resultados. Porque además, resulta que si se cazan 70 guarros en una montería como el año pasado (y se dejan conscientemente en la mancha muchos más, pues no se fuerza en absoluto el choque de rehalas, ni la revisión de las zonas complicadas para permitir dejar madre y futuro) resulta, digo, que la gente sospecha que algo tan bueno no puede ser natural. Y si en un gancho de 32 posturas se cazan doce guarros, entonces la cosa no ha ido bien porque no se ha cazado ninguna boca buena. Y si en un gancho falla la cosa porque se ha visto salir de la mancha (lindante con la del día anterior) un lobaco como un camión (a pesar de que los cebaderos estaban literalmente desbrozados por los guarros), entonces es que ya se veía venir (independientemente también de que hay algunos que se dicen cazadores pero que fallarían hasta un cura en un montón de nieve).

No. Seamos serios: ¿quieren ustedes caza salvaje en un lugar puro?. Asuman, pues, los riesgos. Y si sale bien, reconózcanlo. Y si se ha metido un lobo, valoren que están monteando en una sierra tan privilegiada que tiene guarros que se las ven muchas noches con la lobada. ¿Quieren hincharse a descerrajar tiros a cochinos inmensos invariablemente?: vayan ustedes a un cercón, éste no es su lugar.

El rito y la pureza

Aquí se viene a montear, y al que no le guste, ya sabe dónde tiene la puerta. ¿O es que hemos olvidado qué es la montería?. En una montería los monteros pueden llevar chaleco reflectante y sigue siendo montería. Puede haber perreros con el mono de los Talleres Robledo y seguir siendo montería. Puede que los perreros se hayan olvidado la caracola en casa o que no la hayan visto en su vida, y sin embargo sigue habiendo montería. Pero si nos encontramos con un grupo de señores (austríacas y bávaros incluidos, impecablemente dispuestas las caballerías, con perreros de los de trabuco en mano y patillas de bola) que se colocan en una armada impecable al lado de una alambrada, en mi modesta opinión, no tenemos una montería ni mucho menos comparable con la anterior, y que me perdonen los que piensen lo contrario. Se puede gritar ¡Viva la Virgen de la Cabeza! y rezarle una Salve si se quiere, que también con un padrenuestro, un ¡Viva España! y una lectura de las normas, la montería sigue siendo más pura que la anterior porque se resume en un animal libre y no en uno encerrado, por muchas hectáreas que tenga la finca.

Cortar una querencia con un alambre es cortar la vida misma de un bicho, variar su costumbre; romper la sierra con cortaderos artificiales (bienvenidos si son para prevenir los incendios) me golpea más los ojos que ver esos monos amarillos de los talleres en los perreros. Y no olvidemos tampoco que muchos perreros se han tenido que vestir de amarillo precisamente por culpa nuestra, de los monteros, porque cada día se ve más gente que maneja un rifle como si fuera una escoba. No pretendamos que los perreros (que se meten en plena mancha) se fíen de un gremio que genera treinta muertes al año (la mitad que las producidas por la publicitada y mal llamada violencia de género). Porque algunas veces que he acompañado a los perreros (cosa que me sigue apasionando) y he visto lo que he visto, me planteo quiénes somos nosotros para ponernos farrucos con ellos cuando se juegan el tipo contra algunos tuercebotos que se creen que están solos en el monte. Por cierto, recomiendo a quien no lo haya hecho, que acompañe algún día a los perreros para ver desde dentro las cosas.

Gente que corta las carreras, que tira al viso, que dispara hacia el interior de la mancha, que mejora su puesto, que pistea en plena montería, gente que no es capaz de acudir a un agarre o que si lo hace es pegando tiros, gente que empaña el sagrado compadreo de una junta con discusiones que deberían haberse zanjado entre caballeros en el monte...Gente, al fin y al cabo, no monteros. No pidamos a los perreros que se fíen de la “gente” que no conocen, pero que han visto actuar ya demasiadas veces. Desgraciadamente hay muchos (cada día más, diría yo) para los cuales la caza de un cochino (que, al fin y al cabo es eso, un cochino) puede poner en peligro consciente o inconscientemente la vida de un ser humano. Y para los cuales una triste tabla que no es suya puede poner en peligro una amistad.

Podemos vestir de mil maneras un acto sucio, que seguirá siendo sucio mientras siga existiendo. Cuando los avivadores eléctricos, los alambres o los jaulones suenan entre las madroñas, algo estamos haciendo mal.

Y tengo muy presente que si quisiera gestionar de un modo rentable una finca (entendiendo por rentable no una inversión recuperable en un plazo de tiempo razonable, sino unos aceptables beneficios en un período corto de tiempo) seguramente tendría que cercarla. Y que en las zonas de las que hablamos el que más y el que menos farea, carrilea y hurga como para hacer pender de un hilo cualquier trofeo apreciable. Pero por eso se paga un precio, que es el del salvajismo de las reses. Si sabemos de qué hablamos, sabemos qué nos jugamos y a qué renunciamos en cada caso, pero no pretendamos igualar cosas que a mi juicio no son iguales.

Y que conste que creo que las tradiciones son importantes y que debemos preservarlas. Pero teniendo en cuenta que las tradiciones no hacen a la montería, sino que la complementan y embellecen. Lo que hace a la montería es un grupo de gente con principios, moralidad y conocimiento frente a animales salvajes. Un caballero (digamos más, un montero, que es un caballero que caza) frente a un animal, y lo demás está fuera de ese juego.

La montería no es sólo una cacería: es un rito.
Y, como tal, debe tener sus pasos, sus constantes, sus costumbres. Así debería ser para no perderla en los anales de viejos libros monteros y en cuentos de abuelos a sus nietos frente a la lumbre. Pero no podemos creer que, en lugares donde sólo conocen al cochino de pegarle perdigonadas detrás de las orejas en ganchos de conejo y ojeítos de zorro, vayamos a aterrizar con un ritual extraño y desconocido así, de golpe. Gente extraña con un ritual extraño.

Si se quieren ir “colonizando” nuevas zonas vírgenes para la montería, la idiosincrasia montera debe hibridarse con algunas costumbres del lugar y relajar ciertas tradiciones, aunque sólo sea temporalmente. Ya habrá tiempo de, una vez tomada la confianza con el personal y cuando asimile que los monteros no son marcianos (sino simplemente cazadores con otras costumbres), se vayan añadiendo a esa sopa hibridada y bellísima otros pasos del rito sagrado de la caza montera. Tengámoslo en la cabeza y poco a poco, ayudados del sentido común y de la sociología de paño pardo, se irá filtrando en ese bizcocho duro y envuelto que es la cultura de un pueblo el almíbar de nuevas costumbres y hasta de nuevos ritos.
Quien no sepa valorar que un guarro cazado allí es enteramente salvaje, enteramente íntegro (enteramente guarro, vaya) es que no sabe lo que se trae entre manos. Un guarro que sigue siendo igual de guarro que los guarros de hace cinco mil años. Se me puede decir que igual de guarros son los de la serranía de Cuenca[2] o los de Belagua...efectivamente. Pero vaya usted a buscar cosas bien organizadas en abierto y con el regusto de los amigos que se desviven porque todo salga bien. Empezando por saber qué es una montería, qué es una batida castellana o qué es una batida norteña. Seguro que hay cosas parecidas en otros lugares, pero se reconocerá que cada vez es más difícil encontrarlas.

¿Qué más se puede pedir cuando Emilio y Quique se desviven por cualquier sugerencia o comentario acerca de las mejoras que pueden incorporar a siguientes encuentros?. ¿Cuándo, señores, en una montería, les han puesto a ustedes buena cara -o les han permitido siquiera- sugerir tal o cual cosa sobre la organización, la disposición de los puestos, etc.?.
Por otra parte, pienso que siempre hay gente que achaca a las organizaciones actuaciones que no dependen de las mismas. Pero esa gente no me preocupa en absoluto (aunque haga daño) porque hace lo mismo en todos los ámbitos de su vida, véase: la sociedad es la culpable, es que los demás no me entienden, la culpa es de mis padres...No, señores: que cada palo aguante su vela. Partimos de la base de que hay mucha gente incapaz de valorar su entorno y las cosas que suceden a su alrededor y, por tanto, incapaz de valorar lo que ha ocurrido al acabar cualquier cacería.

A ver si alguien me cuenta, por otro lado, cómo narices se las arregla este Club para estirar las perras como las estiran: para que, por el precio de cualquier batida mala de pueblo (de esas que va la gente por no quedarse en casa aguantando a su mujer, a sabiendas de que se va a encontrar con un Rambo apuntándole a la barriga en el puesto de al lado, a menos de 50 metros) puedan ofrecerte un servicio que incluye migas, montería o gancho bien organizado con regusto montero, y comida “de hermandad”. Y encima negociando precios con hostales, casas rurales y hoteles de modo que el montante total de un fin de semana es realmente económico. Y además ofreciendo iniciativas y actividades fuera de la montería que complementan el tiempo disponible de un modo muy divertido.

LA IMPORTANCIA DE LOS DETALLES.

Analicemos algunos detalles que me han llamado la atención:

Tener cabeza.

Es importante apreciar los detalles. Por ejemplo, me acuerdo el año pasado, en la segunda montería en la que se batió la mancha denominada La Jebra, cómo se dejaron conscientemente muchas reses en la mancha, que era de natural “caliente”. Se podría haber subido el número de capturas simplemente con haberse metido un poco más en los zarzones pero no se hizo (y aún así el número de guarros abatidos fue más que aceptable) para dejar madre, en una gestión que se consideraba prolongable en el tiempo.

Del mismo modo, los otros días se podría haber aumentado todavía más si cabe el impactante tapete de guarros simplemente habiendo contratado rehalas con más perros de agarre (de los que se vieron muy poquitos), habida cuenta de la proverbial suerte de algunos cochinacos y de los rilores que alumbraron los brazos de algunos monteros. Personalmente creo que los podenquitos portugueses que abundaban permitieron un juego que otro tipo de rehalas no habría dado (eso sí, los perreros se habrían quedado hasta las doce de la noche sacando guarros rematados a cuchillo, pero ese no es el objetivo que ha de tener una montería: la montería persigue mover el máximo número de reses a los puestos, y esto es lo que se ha conseguido). Éste es un buen detalle.

Vocación de quedarse.

Esto son detalles que no deben pasar desapercibidos: El Club de Monteros ha venido con vocación de quedarse: de arrendar varios términos para poder gestionar, de durar los años que haga falta, van en serio. Sorprende encontrar gente que es capaz de renunciar a uno de los mejores cotos de toda la provincia por ver comprometida una gestión a futuro, cuando casi cualquier otro habría firmado de cabeza un contrato de seis años porque simplemente exprimiendo lo que el monte tenía valía para medrar seis años y después, si te he visto no me acuerdo. Eso dice mucho de esta gente, la verdad. A mí me vale como ejemplo de cuál es su idea y qué es lo que quieren hacer.

Además, vienen precedidos de otras actuaciones en Guadalajara (donde yo les conocí), recuperando cuantitativa y cualitativamente las poblaciones de varios pueblos de Guadalajara donde no sabían qué era cazar un guarro en montería o un buen corzo más que por las revistas del ramo. Y eso cuesta demasiados desvelos y demasiado dinero como para hacerlo durante un simple contrato al uso. Tuve la oportunidad de verlo con mis propios ojos (pues ellos optaban a la puja del coto donde cazo y estuve informándome de quiénes eran, ya que en este tema fiarse de alguien es como tirarse por un precipicio) y de hablar con gente del lugar (incluida alguna que otra avariciosa alcaldesa) y lo que allí quedó era infinitamente más de lo que se encontraron ellos al aterrizar por aquellas tierras.

El paso de cazadores a gestores

Al fin y al cabo, eso debería ser gestionar, ¿no?. Dejar más de lo que uno se encuentra. Porque para dejar menos, con liarse a pegar tiros basta. ¿O es que alguien se cree que andarse de la ceca a la meca rellenando comederos, vigilando por las noches y pateándose el monte no va a acabar dando resultados si se hace con conocimiento?.

Esto viene enlazado con otro detalle a observar: la madurez y la coherencia que supone dar el paso de dejar de ser cazador para convertirse en gestor. Dejar de disfrutar uno mismo de la caza para disfrutar cuando te dicen por la emisora que un amigo se ha quedado con un buen guarro. Eso de ver a Emilio con el coche para arriba y para abajo pendiente del desarrollo de la montería, de ver si da resultado el esfuerzo que han dedicado, es ver a un cazador que ha renunciado a su beneficio personal para revertirlo en una comunidad de amigos. Y si eres capaz de valorar eso, otras cosas pasan a un segundo plano. También ver la felicidad en sus rostros cuando las cosas han salido bien te da una idea de que ese paso (el de cazadores a gestores) ha sido un acierto y ha sido completamente asimilado. Éste es otro detalle.

Como es detalle ver que hay gente que todavía te dice que no ha dormido la noche anterior a la montería más que dos horas. Porque se juegan mucho. Porque están pendientes. Un “paraca” que aterriza en un término municipal con la intención de plancharlo en cinco o seis años duerme a pata suelta todos los días (menos los que está de espera o furtiveando su propio coto) porque sabe que los treinta tontos que han caído en sus redes esa temporada no van a volver a la siguiente, pero otros treinta tontos los sustituirán. Sin embargo, alguien que ha venido para quedarse (si le dejan), se preocupa si algo no sale bien, porque si no lo corrige puede perder no un cliente, ni un amigo, sino su prestigio. Y del prestigio salen las lentejas (en ese orden). Éste es otro detalle.

Hacer un grupo

Esto viene enlazado un poco con la decisión de pasar a ser gestores: no es tanto la búsqueda de un modo de vida (que también) cuanto de crear un grupo de amigos con los que compartir las sensaciones y la felicidad de la caza. A este Club se le notan las ganas de que repitas. No por ser un tío que llega y paga, sino por ser tú.

Es la evolución lógica del cazador avezado: compartir sensaciones con los demás. Compartir la alegría de un día de monte con gente con la que tienes confianza. Departir entre amigos la felicidad plena de la libertad compartida, de los olores, de las estampas, de un tornillazo en un jaral o de una ladra exitosa. Si se lo queda uno para sí, casi no aguanta la felicidad. La felicidad hay que compartirla con alguien para que sea plena.

El otro día me comentaba Emilio la alegría que tenía porque estaban consiguiendo hacer un grupo muy majo de cazadores. Hacer un grupo majo de cazadores actualmente es más difícil que resolver una ecuación diferencial de segundo grado jarto de cubatas. Primeramente porque cada cual tiene ya sus compromisos de temporada, y acudir a éste implica renunciar a otras cosas. Y claro, uno renuncia a algo si lo que va a hacer le compensa. Yo creo que al grupo que se está formando le compensa. Se nota. A pesar de que alguno se lleve unas palizas al mus que salga con las orejas rojas.

Éste es otro detalle.

El mestizaje

Club de Monteros está haciendo, sin saberlo, uno de los experimentos sociológicos más curiosos a los que he asistido: ha conseguido un curioso mestizaje en nuestro panorama cinegético de mayor. Si de natural los ambientes de cazadores de un pueblo son cerrados a nuevas incorporaciones y un poco herméticos, no lo son menos los círculos monteros tradicionales, que muestran un recelo lógico a compartir sus jornadas de caza con gente que, en principio, no está acostumbrada a la operativa montera (empezando por el uso del rifle y las medidas de seguridad y acabando por ciertas tradiciones o usos sociales).

Si además añadimos a esto que cuanto más al Norte cacemos, más cerrados suelen ser los grupos y los ambientes, nos planteamos cómo se puede conseguir este maridaje tan curioso. Si bien es cierto que siguen existiendo dos grupos perfectamente diferenciados (lo cual es lógico dados los amigos y conocidos existentes de antemano), no lo es menos que cuando compartes armada (te toca una armada “mixta”) se pueden dar buenas ocasiones de departir. Eso mismo me pasó el Domingo, cazando con gente del pueblo, que comprendieron perfectamente que, al ser yo el único que llevaba rifle, debía estar en un puesto de rifle independientemente del que me hubiera tocado, y me pusieron en un tiradero francamente bueno. Lo mismo pero al contrario me pasó en otra de las monterías, en la que cedí mi puesto a un chaval con escopeta porque era más adecuado para él (una vaguada entre jarales con una gatera que pedía escopeta a gritos).

Hay que tener en cuenta que en muchos de estos pueblos nunca se ha cazado el jabalí como tal (sí esporádicamente en salidas a la menor, al salto, y normalmente a perdigonada limpia o con postazo que te crió). De hecho, en la junta del Sábado las caras de asombro de la gente del pueblo al ver los guarros delataban que era la primera vez que los veían, o al menos que veían tantos juntos.

Hacer esperas y montear

En un mismo coto hacer esperas y montear no se sostiene. Aparte de que es una inmoralidad vender algo que no se tiene, no se pueden ocultar ciertas cosas porque al final todo se sabe. Recuerdo una vez que nos timaron en la Sierra de San Pedro, en una quedada de amigos con casita rural y familias incluida. En las esperas no descargamos, pero no porque no viéramos reses (había de todo y hasta las ciervas te comían), pero nada a lo que mereciera la pena disparar. Claro, resulta que el dueño llevaba ya tres meses limpiando aquello de bocas y de guarros que levantaran más de tres cuartas del suelo.

Y es así muchas veces, en muchos sitios, en demasiados lugares. Lo ves, lo oyes de otros amigos, y hasta lo lees en las revistas. Hay demasiados jetas que quieren nadar y guardar la ropa a la vez. Hasta ahora no han tenido problema, porque con la bonanza económica había pardillos a espuertas. Pero ya el año pasado clarearon por doquier las monterías suspendidas y la gente (que no ha sido cazadora nunca) que colgó el rifle o lo vendió de segunda mano. Si algo tiene de bueno la crisis es que va a hacer una limpia en el panorama de jetas, caraduras y escopeteros, que con un poco de suerte nos quedamos a cuadro los que nos gusta de verdad cazar. Ya veremos.

Bueno, a lo que vamos: Quique y Emilio gestionan ahora tantas hectáreas que tienen posibilidad de destinar algunos cotos para esperas y algunos para monterías, como debe ser. Y me imagino que irán rotando estas actividades, pues no es la misma presión la que se ejerce haciendo esperas que monteando. Y los frutos de todas estas ideas saldrán tarde o temprano porque si cuidas la caza al final acabas teniendo caza; y si encima partes de un inventario cinegético como el que tienen en algunos de los cotos que gestionan, el éxito está asegurado. De todas maneras, con los comederos que manejan y los cebaderos que cuidan, yo creo que cualquiera de esos cotos podría dar para mantener racionalmente las dos actividades al menos algún mes al año, máxime con las madres que hay en los alrededores y las Reservas (que las administraciones gestionan tan brillantemente mal, muchas veces recurriendo a la “gestión por abstención”, es decir, a la antigestión, por omisión, por desgana y por falta de medios).

La gallina de los huevos de oro.

Algunos pueblos no han evolucionado porque sus gentes tienen miedo a la evolución. Viene uno de fuera y ya le están mirando con cara de pocos amigos porque a ver qué quiere éste de nosotros. Como dirían ellos, “a qué ton van a venir aquí estos si no es para sacarnos los ojos” o “a nosotros nos van a enseñar a cazar éstos”. Y ven el ambiente creado, aprecian la pequeña revolución que se produce en el pueblo cuando las siembras son compradas a buen precio, cuando además se favorece a la caza menor, se permite cazar en las manchas a los del pueblo hasta una determinada fecha, en las monterías los cazadores del pueblo participan, se hacen reuniones y meriendas, se echa una mano siempre que se puede, y se crea un buen ambiente de camaradería para quien acepta estar en camaradería con los recién llegados. Llegan las primeras monterías y se ven unos tapetes de guarros que ni ellos mismos sospechaban que se podían cazar. Y empiezan los cálculos. Y empieza el “rucu-rucu” en las cabezas pensantes, generalmente los más molondros del pueblo (porque el resto ya se ha dado cuenta desde un principio que lo que hay es una oportunidad de desarrollo y es mejor que antes). Pero mientas, los molondros, con el rucu-rucu. Todo el santo día en el bar dale que te pego con que éstos no son trigo limpio, que si tanto dan, quitarán el doble...vaya, la típica idiosincrasia castellana (que nadie se ofenda, yo soy castellano y sé de qué me hablo) de gente que está mano sobre mano entre chatos de vino malpensando de los demás. Hasta que van creando su camarilla. Sí, es cierto, de cuando en cuando van de esperilla o al carrrileo y se despachan una corcita, o de cuando en cuando le zurran con sexta detrás de las orejas a un pobre guarro que se despistó cuando iban a los conejos. Pero eso ellos lo pueden hacer porque son del pueblo, joé. Para eso son de allí. Da igual que el señorito se haya rascado el bolsillo y haya pagado un pastizal por la avena del Toribio y por el centenillo de Juan. Y da igual que traigan socios a zurrarle a los corzos, porque los corzos son nuestros. Ya está. Que se vayan que estábamos tan contentos sin ellos.

Y dale que te pego, la burra al trigo, un día y otro día. Y le comen la cabeza al alcalde. Mira, Andrés, que éstos nos están timando. Y al presidente del coto ya no le dicen nada porque sabe que está encantado con los nuevos porque caza casi como antes y además le está picando el gusanillo de zurrarle en una buena montería a un guarro, y no en plan chapu como siempre en ganchitos.

Y el alcalde (que tiene poltrona asegurada nada más que de cuatro en cuatro años, no tiene sueldo como los alcaldes de pueblo grande y tiene churumbeles a los que dar de comer) ve que la gallina va viento en popa poniendo huevos, y en lugar de darle trigo piensa en hacerse un cocido con ella. Y saca el coto a subasta, porque le van a pagar un pastizal, que tiene un montón de caza, y pone en “intenné” las fotos de los tapetes de guarros.

Y los dedos se le hacen huéspedes, y va a quedar de P.M. en las municipales porque ha conseguido cinco mil euros de más que los socios esos que vinieron (señal clara e inequívoca de que les estaban tangando).

Lo que no se cuenta del cuento de la gallina es que, efectivamente, la gallina acaba en el cocido. Y se acaban los huevos, porque no hay gallina. Que viene un listo con la zarampaña, se queda con el coto (y de paso el alcalde remoza un poco la casa, que su mujer estaba dale que te pego con la tabarra de que qué mierda de alcalde eres, Andrés) y en tres años ha dejado el campo más planchado que los pantacas de Karl Lagerfeld.

De modo que más les hubiera valido a los del pueblo gestionar para conservar, en lugar de dejarse roer por la avaricia. Pero vamos, a estas alturas no nos vamos a hacer de cruces por esto.

A ello me refería cuando antes comentaba que estos chicos han venido a quedarse “si les dejan”. Ojalá se imponga la cordura en gente que todavía no está demasiado maliciada por tanto granuja como han sufrido algunos pueblos.

Se admiten sugerencias.

Otro detalle es que, en confianza, Emilio y Quique admiten sugerencias. Porque no hacerlo sería ilógico: el movimiento se demuestra andando, y a veces hasta que no pruebas cosas no se ve si funcionan o no. Y corrigiendo de año en año las posturas, haciendo pruebas con una u otra rehala, etc., se van limando las imperfecciones y quitando del camino las chinas que estorban para que toda esta maquinaria de la montería ruede como debe rodar.

Hablamos de sugerencias, no de aquel personaje que, por haber cazado toda su vida “a la norteña”, no comprendía cómo debía estarse quieto en el puesto sin moverse en toda la montería; no sabía que en el cortadero la gente se cambia de lado cuando pasan los perros, y otras muchas cosas. Como mucha gente de cabeza dura, no se dejaba enseñar y no salía del “...pues eso no es así, no señor” y se fue despotricando echándose las manos a la cabeza. En fin, lo del chiste ese del tío que va por la autovía en sentido contrario. Si llegamos a hacerle caso, acabaríamos todos los puestos por la mancha corriendo detrás de los perros con el trabuco en la mano.

Cazar no es sólo cazar.

Cazar no es sólo cazar. Si fuera sólo eso (que no es poco, por cierto), lo podría hacer cualquier buen organizador (que tampoco hay tantos).

Pero si queremos algo más, entonces sólo lo puede hacer un grupo de amigos. O simplemente de conocidos con los mismos principios básicos. No quiere decir que se trate de un grupo cerrado de gente con pensamiento homogéneo, primero porque no hay un grupo consolidado (sino en creación) y segundo porque no habría nada más aburrido en el mundo.

Pero por lo menos se trata de gente con un principio básico de montear con otra gente en un ambiente de cierta confianza. Con cierta tranquilidad. Gente que no tiene la presión de haber abonado un dineral ni el deber de amortizar esa postura (lo cual conduce con mucha facilidad a cortar carreras de las reses, a disputar reses que no son suyas...). Y gente que no tiene la impunidad de quien ni conoce a los demás ni le importan un pimiento como para tener que quedar bien con nadie, es decir, rambitos del tres al cuarto que si pueden se meten a pistearte una res, tuya, en plena montería.

Cada cual pensará lo que piense sobre la ética de la caza (de su caza), el comercio, o de sus preferencias. Pero al menos reina una armonía cada vez más difícil de encontrar cuando cazas fuera de casa.

En esta situación es fácil que, aparte de cazar, se pueda disfrutar de una buena comida, algunas excursiones, buenas partiditas y de agradables tertulias, siendo todo ello aderezo casi indispensable de la caza colectiva.

La gente local.

Lo agradable de viajar en el mundo de la caza es salirte de tu círculo y ver que hay cosas más allá. Y cosas más allá también del envilecido mundo corrupto de las orgánicas, de los trapicheos comerciales, del pienso y de los precintos milagrosos.

Todavía quedan bastantes lugares en España (eso sí, generalmente alejados de los centros neurálgicos de la caza) donde la gente sigue siendo hospitalaria con el forastero y, por regla general, da más de lo que recibe.

No es difícil encontrarte con gente “sana”. No sólo por las matanzas que guardan en los varales de sus chimeneas (que también, a pesar de lo que nos dicen los enjutos médicos de capital) o por el vinillo o pacharán que trasiegan en sus merenderos y bodeguitas, sino porque tienen sanidad en su pensamiento.

De cuándo acá se han podido dejar nueve guarros en la plaza del pueblo, y al volver de comer después de tres horas largas, encontrárselos indemnes, con sus bocas y con sus jamones intactos. A ver cuándo se puede ya asistir a la escena de una mujeruca esperando pacientemente el regreso de los monteros tras la comida, al pie de los guarros, para comprar al Capitán de Montería uno de ellos para asarlo (por supuesto, le fue regalado).

Por desgracia nos hemos acostumbrado al pillaje y a la trapacería, y encontrarse con gente sana por ahí fuera es una bocanada de aire puro. Tienen todavía un halo de ingenuidad (ligeramente velado por esa brutalidad natural de nuestra querida gente llana) que en algunos casos llega a ser entrañable. Se podría resumir en una sola palabra: nobleza.

Preservar esa nobleza de pensamiento de estas gentes a salvo por otra larga temporada, puede ser otra consecuencia (y quizás un reto futuro) del trato respetuoso que reciben por parte del Club de Monteros. Para mí no hay nada más triste que comprobar cómo gente noble se convierte en recelosa y esquiva por culpa del aterrizaje en este tipo de terrenos de muchos granujas del comercio, gente vil y nefanda, sin escrúpulo alguno, que van quemando el terreno que pisan y cambiando el carácter amable de las gentes a las que explotan y timan.

Compromiso con la menor.

Comprar siembras para dejarlas de alimento a la caza mayor (y, por extensión, a la menor), a ser posible sin tratamientos artificiales, es una de las tareas a las que Club de Monteros dedica no pocos recursos económicos. Y es una de las labores de gestión que más frutos da a corto plazo.

Porque contar con un refugio natural de ese tipo una vez recogidas las cosechas aporta a la fauna menor un factor de supervivencia nada desdeñable. Unido a la tranquilidad que un coto en gestión aporta con la guardería y vigilancia profesional.

Si bien es cierto que favorecer la caza mayor no beneficia, por regla general a la menor, también es verdad que los compromisos de mejora de poblaciones de conejo que el Club adquiere en algunos de sus acotados con las sociedades locales se plasman en medidas específicas para la menor. Estas medidas pueden contrarrestar en algunos casos la dedicación del coto a la mayor.

“LATRANT ET SCITIS ESTATINT PRAETESQUITANTES ESTIS”, QUE QUIERE DECIR: “LADRAN Y SABÉIS AL MOMENTO QUE CABALGÁIS POR DELANTE DE LOS DEMÁS”.

Como los redichos ponen muchos latinismos (y los usan sin ton ni son en las reuniones de directivos, y muchas veces yo me parto, porque no estudiaron latín en el cole como yo), yo me casco éste, que además me gusta. Es el falsamente atribuido a Cervantes “Ladran, luego cabalgamos” (que no aparece en El Quijote ni nada: es una frase latina bastante más antigua).

Pues a mí me parece que sí, amigos, que Quique y Emilio, Emilio y Quique, cabalgan por delante de los demás. Y quien se esfuerza en cabalgar por delante de los demás tiene el privilegio de elegir hacia dónde quiere encaminar los pasos de su caballo.

Y la trocha que han elegido estos del Club de Monteros me gusta. Me gusta porque no es una pista forestal trillada: se salieron de ella hace mucho tiempo, a pesar de que tenían una buena cuádriga (que también dejaron orillada en la cuneta). Ahora recorren un camino mucho más difícil, pero les está subiendo a un buen cotarro (como dicen en Burgos), y les va a poner pronto sobre un hermoso mar de nubes. Abajo, muy abajo, sin salirse de la pista por su cobardía, van quedando los ladridos enfurecidos de quienes no pueden seguirlos.

Dichos, rumores, palabrerío vulgar. Bulos, envidias, palitos en la rueda. Desconfianzas, comentarios inadecuados, falta de apoyo. Ellos ya lo dejaron atrás, y los que no quieren esforzarse y retreparse por donde sólo los machos monteses saben andar, nunca comprenderán nada. Están en otra esfera, la de los orgánicos masivos, la del bicho fácil, abundante y a cascaporro. Generalmente es la esfera de quienes, al cabo de unos años cuelgan los trastos (o los malvenden) porque igual les da tener entre las manos un rifle que una botella, un palo de golf o un volante de algo que vaya rápido. Da igual. Ni van a sentir nada jugando al golf ni se conmoverá su entendimiento cuando conduzcan, y su cerebro embotado tampoco sabrá sacar provecho de un buen whisky o de un Robusto cepo 50 de Cohíba. Nunca apreciaron un simple amanecer, así que todas las cosas que adquieren o que tocan se convierten en oro o se deshacen en sus manos, pero no sienten nada. Para ellos, para los difamantes, la palabra lanzada a quien se va es lo único que les queda: la caza no es más que un mero entretenimiento, una actividad donde encontrarse con otros y parecerse a otros. A otros que ni entienden ni se esfuerzan en entender, porque no mamaron nada y porque no se dejaron amamantar.

Estos chavales del Club de Monteros cabalgaban y ahora van cada vez más despacio, pero igual de seguros. Van despacio porque la pendiente ya no permite ningún resbalón, es peligroso. Pero ese peligro es el que les sirve de acicate. Saben que algo tiene que haber arriba, para unos pocos. Estaban hartos ya del follón de abajo, de los sartenazos monteros que nos han intentado vender como si fueran la panacea. Sienten en sus pieles ya los fríos del cierzo serrano, en un sitio donde es imposible que huela a pienso ni que los venaos tengan mugrones de alambrada en sus cuernas tullidas; un sitio donde no se oyen otros metales que los de las perchas de quienes persiguen a la pardilla (como unos locos solitarios buscando filones de oro) o los de los fierros de rifles con olor a correas viejas. Donde no hay más brillos que los de las charcas cristalinas en los arroyos del deshielo, o los de los filos cuidados de terribles cuchillos de remate.

Suenan, señoreando el aire, en esos cerros por donde ahora se adentran nuestros amigos, viejas caracolas de otros tiempos traídas de otras sierras por los caprichosos vientos; suenan gritos de hombres rudos que ya murieron, cantando las reses a las posturas. Vuelve a oler a pólvora añeja, vuelve el recuerdo del salpicón de la sangre en la jara que recibe a la Primavera con sus mejores galas.

Chssssss, callad. Es el momento de los esforzados. Es un momento para unos pocos, para que se ericen los cabellos de emoción pura y de pura felicidad por la libertad de un relámpago de olor a miera. Es el instante (eterno, duradero, que se nos graba a fuego) de un leve chasquido, de un pequeño bufido, de un castañeo de navajas. Chsssss, callad, que ya se oye el latir inmenso de un corazón que no deja de hacer ruido. Un pulso de sangre que nos oprime el pecho y que nos une con la misma tierra. Chssss, no calla. Sigue galopando el incansable músculo a pesar de que, con boca reseca, tratamos de serenarnos. Y llega el momento, ese momento que dura quizás una décima de segundo, donde la imagen de un padre, un abuelo, un tío o un amigo que ya no está, se cruza con la del cochino (las cerdas tan erizadas como nuestros cabellos), y bala, sentimiento y recuerdos se funden en uno.

Amado cochino al que nadie llora y que tanto nos das. Querido guarro, añorado jabalí. Siéntete el Rey del Monte, porque por ti velan los monteros y por ti se mueve todo este mundo, buscándote salvaje y puro.

Llorad, los de abajo. Llorad porque jamás en vuestras miserables vidas podréis sentir lo que siente un montero cuando caza de verdad un animal salvaje.

COLOFÓN.


Suerte, a vosotros dos, en esta aventura hermosa y sencilla en la que nos habéis embarcado. Disfrutad cada minuto como irrepetible, saboread las mieles de los que han tomado un camino difícil y van alcanzando éxitos.

Ignorad a los que murmuran, incluso si son conocidos, pues donde estáis ya casi no se les oye. Los habéis dejado atrás hace ya muchas noches.

El éxito final no llega sino con la muerte, así que plantearos metas (realizables o inalcanzables, eso da igual). Pero disfrutad con los vuestros de esos momentos que sólo los cazadores y la gente sensible sabe degustar y dejar grabado en el recuerdo.

“Perdimos un coto pero ganamos un amigo”. A mí me mancillaron mi rincón sagrado de monte, donde reposan los huesos de mi abuelo y de mi tío Jaime; donde se sienten sus almas alegres de risas y tabacos de liar y donde me miran sus ojillos acuosos en cada rincón, pero he aprendido gracias a vosotros que la tierra sagrada de nuestros ancestros puede ser la de cualquier sierra perdida en cualquier lugar.

Porque la caza y su sentimiento no tienen límites, ni fronteras, ni lugares. La llevamos cada uno en nuestro corazón. Y los que ya no están con nosotros, nos siguen adonde vayamos. Porque ríen con nuestra risa de locos solitarios al ver amanecer, sudan con nuestros nervios de adrenalina, velan con nuestras noches bajo las estrellas, lloran con nuestras emociones. Nos siguen los nuestros porque con la vida que les damos en cada lance, rebullen en sus tronos del Cielo y quizás, sólo quizás, nos susurren un “¡¡¡Así se hace!!!” casi inaudible, con lágrimas en los ojos.

Un fuerte abrazo, y muchas gracias por arrastrarnos detrás, subiendo esta ladera.

[1] (Me refiero, por supuesto, a las consortes de los cochinos).
[2] ...No la gente de la Serranía de Cuenca, sino los guarros de dicho lugar. Que después la gente se rebota por nada.

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